Para acordarme siempre de esa mujer que me sufre las noches que salgo y entro de la azotea trayendo al interior el frio de la noche y madrugada. He decidido darle un nombre propio al observatorio (azotea y telescopio bajo una caseta de madera) para que me acompañe en todas las observaciones que cuelgue por internet.
Y no he encontrado mejor manera de compatir su paciencia que contribuyendo a que su nombre se una al mio en el descubrimiento de supernovas en lejanas galaxias.
Como la última frase de Casablanca, espero que sea el comienzo de una larga amistad.
1 comentario:
Eso es amor y lo de más son tonterías! Jejeje
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